Las Yumbadas somos danzas rituales preinca, consideradas patrimonio intangible y memoria viva. Constituimos una expresión ancestral del Pueblo Quitu Cara Yumbo que se ha mantenido por generaciones en algunas parroquias rurales y urbanas de la ciudad. 

La danza es un mito actuado, muestra quienes éramos los habitantes de Quito en sus orígenes. Venimos de una cultura lunar y del agua. Nuestro actuar es colectivo, circular. No promovemos linajes, somos un solo cuerpo, un tejido social sin estructuras piramidales ni cacicazgos. Danzamos para celebrar la vida, para sanar individual y colectivamente.

  • El Colectivo de Yumbadas del Valle Equinoccial es un espacio multidisciplinario. Está conformado por las Yumbadas de Pomasqui, Rumicucho y Tanlahua. Estamos ubicados al norte del Distrito Metropolitano de Quito, en las parroquias rurales de Pomasqui y San Antonio de Pichincha -antiguamente conocido como “Las planicies del Valle de Pomasqui”-.

    Nuestro campo de acción es la comunidad que habita el territorio equinoccial de la mitad del mundo, población que por generaciones ha conservado sus prácticas ancestrales y con quienes, desde el año 2021, hemos iniciado un proceso de revitalización y fortalecimiento de la danza.

    Cuentan los mayores que hace mucho tiempo las tres yumbadas se acompañaban, que los yumbos de San Antonio subían a danzar con los “Pomasquis”, y que los “Tanlahuas” y “Rumicuchos” se fusionaban en un solo grupo para danzar en las fiestas religiosas y parroquiales. 

    En los relatos de recuperación de la memoria comentan que los yumbos de Pomasqui habían dejado de danzar por varios años, hasta que un día, movidos por la necesidad de volver a alegrar las fiestas, algunas familias yumbo habrían bajado a San Antonio a pedir a los yumbos de Rumicucho y Tanlahua que les presten los trajes para poder retomar la danza.

    • Desde el 2021 iniciamos un proceso de fortalecimiento y revitalización de las yumbadas de Pomasqui, Rumicucho y Tanlahua, a través de la elaboración y ejecución de proyectos.

    • Generamos un proceso de fortalecimiento de la danza yumbo, a través de talleres formativos, diálogos intergeneracionales y el uso de metodologías comunitarias que facilitan el aprendizaje de la danza y los tonos musicales del pingullo.

    • Trabajamos en la recuperación de la memoria, a través de investigaciones que se derivan en la generación de contenidos y productos comunicacionales como: libros, fanzines, conferencias y conversatorios. 

    • Impulsamos iniciativas de la comunidad yumbo, a través de la creación de emprendimientos con identidad.

    • Brindamos apoyo a las comunidades yumbo que quieren preservar las prácticas ancestrales de las Yumbadas, a través de un proceso de formación integral, transmisión de saberes, la generación de líneas de investigación articuladas a la memoria comunitaria y el impulso de iniciativas sociales y económicas. 

  • Fortalecer las capacidades del proceso cultural y lograr un modelo de sostenibilidad y conservación de las Yumbadas del Valle Equinoccial.

Las Yumbadas

¡CADA VEZ SOMOS MÁS!

 
 
 

Manifiesto de las Yumbadas del Valle Equinoccial

¡AQUI ESTAMOS, NO NOS HEMOS IDO!

Escribimos estas líneas durante luna llena, siguiendo los latidos del tiempo natural. Lo hacemos desde un profundo sentir y compromiso con el árbol de la vida y también para honrar a nuestros ancestros, por quienes sus descendientes seguimos aquí.

Somos una expresión originaria que se ha mantenido por generaciones: danza de la vida que, vista desde una mirada profunda, devela información sobre nuestros antepasados Quitu Cara Yumbo, población de matriz lunar y una cultura relacionada con el agua, cultura que habitó estas “Tierras del medio”, otrora territorio de amplias lagunas, de innumerables ojos de agua, ríos y riachuelos que nacen en las quebradas donde habitaban las preñadillas (pez gato andino).

Somos de una geografía con diversos pisos ecológicos y abundantes cultivos, donde las evidencias demuestran que la presencia del Yumbo es parte de una población de origen que se extendía hasta el norte de Imbabura y, al sur, hasta el Azuay, con una activa interrelación pacífica con las gentes de la Amazonía, hacia el este, así como con las poblaciones de las costas de Manabí y de Santa Elena, hacia el occidente.

En la actualidad, aún se conservan los culuncos o senderos de a pie, como evidencias de los caminos por donde los antiguos yumbos realizaban sus viajes continuos, de ida y vuelta, por la zona noroccidental de Quito.

Somos los descendientes Quitu Caras, población que hoy, en su mayoría, se autodefine como mestiza. Formamos parte del actual Distrito Metropolitano de Quito, donde a fuerza de la expansión urbana hemos sido desplazados, absorbidos y tragados por la ciudad y sus inmobiliarias.

Hemos sido víctimas de campañas racistas implementadas por las élites desde la colonia, donde nos impusieron imaginarios y estereotipos ajenos a nuestra realidad, obligándonos a tomar posición a base de ideas que han promovido nuestra autoanulación y la negación de nuestros orígenes.

A lo largo de generaciones han querido convencernos de que para ser aceptados en la sociedad había que parecerse al colonizador, al aristócrata, al dueño de hacienda o a la clase alta. Nos impusieron “opciones” sobre la mesa para que eligiéramos entre ser blancos-mestizos “civilizados” —siguiendo sus patrones de dominio— o indios “incivilizados” —como sinónimo de salvajes—. Entre ser modernos ciudadanos “urbanos” o ser “premodernos pobladores rurales”. Entre ser “gente de bien” o ser longos, runas o cholos —términos con significados que originalmente fueron contrarios al desprecio: longo, que significa joven apuesto y runa, ser humano—. Nos dieron a elegir entre ser el “estudiado” -como recurso para crecer en estatus-, o el “ignorante” que solo conoce de plantas, de cultivos, de estrellas y de rituales propios de la gente nativa. 

Así, con su maltrato y explotación generaron en nosotros una urgencia por blanquearnos, convirtiendo a muchos de los nuestros en personas tristes y violentas, con adicciones promovidas por estar en un limbo de querer ser ese otro y no poder serlo, seres ladinos, racistas hasta con nuestra propia gente.

Todos estos binarismos han sido creados por las élites como estrategia de masificación para convertirnos en sujetos de consumo y seres humanos de segunda clase. Esto se ha profundizado con la construcción de la “identidad ecuatoriana”, acompañada de un relato de la historia oficial difundida por el sistema educativo que avala las castas piramidales (incluido el modelo Inca, venido del Perú). Historia oficial que solo escribe sobre las fundaciones españolas y, al mismo tiempo, da cuenta de héroes blancos Independentistas, invisibilizando a las culturas que estuvimos antes, a quienes, por la fuerza, nos hicieron tomar ajenas posiciones.

Se trata de una historia oficial narrada desde una voz excluyente y colonial, historia que da cuenta de héroes y presidentes provenientes de las castas pudientes, cuyos bustos, cuadros o monumentos los encontramos sacralizados por todos lados. Relato de una élite clasista cuyo legado está vigente pero que de a poco están dando un nuevo giro a la luz de las voces de los oprimidos.

La danza yumba se ha mantenido desde antes de la venida de los incas (y su afán de expansión imperial). Ha sobrevivido a la invasión colonial española (y sus formas oscuras de explotación y dominio) y a la independencia del yugo español y al transcurso de la época republicana y sus prejuicios.

Estamos presentes, hasta hoy, en medio de políticas civilizatorias excluyentes, en medio de nacientes fundamentalismos indígenas guiados por cierta academia y por ciertas castas indígenas.

Vivimos asechados permanentemente por la barbarie del neoliberalismo que cada cierto tiempo, toma el control del Estado para dar continuidad a la explotación de clases y en la que la mayoría de nuestra gente sigue siendo mano de obra no calificada. Estamos sumidos en una sociedad en la que unos pocos obtienen todo a costa del trabajo de muchos.

Estamos secuestrados por un mercado que nos ha hecho creer que para ser alguien hay que “tener” a costa de postergar la vida. Nos quieren consumidores compulsivos, competidores y materialistas. En medio de esto, los yumbos, seguimos danzando. 

Somos los descendientes originarios de esta tierra de paz, somos parte de nuestros antepasados que vivieron los tiempos más oscuros, a quienes rememoramos no para anudar nuestras vidas, o amargar nuestros sueños, sino que los volvemos a mirar con la idea de tomar impulso para reconectar nuestras relaciones con el Todo, con aquello que para los invasores era incivilizado, con lo que para la sociedad actual es ajeno.

Los “regresamos a ver” porque es necesario retomar la comunicación con la fuente de la creación (Sul, lugar en el firmamento donde nace la vida) y porque muchas cosas que formaban parte de nuestra cotidianidad se interrumpieron en estos tiempos. Se interrumpió la comunicación abierta que teníamos con el “Centro de la vida” y sus latidos, la convivencia con el tiempo natural guiado por el ritmo lunar, la relación y conexión que teníamos con las plantas, las montañas, los animales; con el agua, el fuego, la tierra, el aire; con los astros, con nosotros mismos y con el otro diferente (“Tú: otro yo”). 

Solo “éramos”, hasta que nos impusieron etiquetas e identidades limitantes (pueblo, nacionalidad): nos dividieron con fronteras imaginarias. "Regresamos a ver" el pasado para no olvidar que lo más hermoso de la existencia es cuidar la vida y que, más allá de las etiquetas, lo importante es saber que somos seres humanos. 

Miramos el pasado para agradecer a quienes estuvieron antes, a quienes desde una fuerte llama interior lucharon sin cálculo de beneficio personal para decir: “¡Aquí estamos, esto somos!”, a todos quienes estuvieron para defender el bien común, la vida.

Hoy, los Quitu Cara yumbos somos indígenas urbanos. Reconocemos a pueblos que de manera consciente conservan su idioma, sus rituales y simbologías en su vestir, sin embargo, en nuestro caso, si bien conservamos una parte de nuestra cosmovisión, ya no somos parte de la caracterización étnica recreada desde los antropólogos de turno y las élites indígenas que han construido un ideario romántico de lo indígena, un ideario fundamentalista, gracias al cual, se pretende ocultar las marcadas distancias entre clases sociales que hay al interior de los pueblos indígenas, actualmente, en su mayoría, supeditados y enajenados por el capital.

No tenemos vestimenta “originaria” —salvo en pequeñas zonas del norte de Quito—. Teníamos idioma propio y lo desaparecieron: el Kichwa fue imposición del incario y fue una lengua franca utilizada para evangelizarnos.

Aún nos abriga nuestro idioma de origen a través de los nombres de nuestras montañas y lugares como: Pichincha, Casitagua, Sotaminga, Catequilla, Pacpo, Pomasqui, Caspigasí, Calacali, Pusuquí, Pisulí, Pululahua, Itchimbía, etc. Así también nuestros apellidos como: Pilca, Collaguazo, Guachamín, Chipantasig, Tibán, Ushiña, Pallo, Shuguli, Quisilema, Cumbal y muchos topónimos y antropónimos más.

Hoy estaría bien pensar en territorios sin fronteras y considerar que el idioma que necesitamos recuperar es la conciencia del equilibrio y la empatía con el otro, en donde cuidar la vida sea lo que nos una.

Comprendemos que las culturas también se transforman, se adaptan, se apropian y se alimentan de otras culturas. La esencia no es la fachada, la esencia es el ser. Hoy, por ejemplo, el jean es parte de nuestro traje. Pero todavía ejercemos muchas expresiones originarias a través de, por ejemplo, las prácticas de nuestros hierbateros; todavía nos alimentamos con animales y verduras nativas; todavía comemos juntos, a pesar de las conductas egoístas sembradas por la sociedad actual. Todavía mantenemos la comunicación con nuestros ancestros a través de los sueños.

La Yumbada es una danza que tiene códigos de nuestra relación con el Todo, porque guarda los movimientos que por miles de años nos demoramos en crear. Danza que moviliza la energía creadora de la vida.

Mucho se ha perdido, pero tanta es la fuerza que seguimos aquí. La Yumbada es una danza profunda, aérea. Nuestra vestimenta expresa una esencia natural, habla de nuestra matriz lunar, femenina y de profunda gratitud con el entorno. Los diseños en la ropa son creaciones del sentir de cada danzante. La incha (corona de plumas) da cuenta de la relación con las aves, con el vuelo. La chonta habla de la fuerza de la tierra, una suerte de antena que moviliza y fecunda. El soplo de mano (silbido que se realiza formando una especie de concavidad con la mano y los dedos y acercándola a la boca), representa el aliento de vida y de comunicación con este plano y otros planos de la existencia.

El mono, vestido de bicolores, y el Negro, con máscara de zorro, dan cuenta de la compañía del yumbo a su paso por la selva. Los sonidos del corazón son trasladados a la caja o tambor, así como los tonos profundos del pingullo remueven los puntos cardinales del ser.

La danza guarda información sobre quiénes éramos y sobre los códigos que permitían la comunicación con nuestro ser interior y con el cosmos. No lo hemos profundizado en su totalidad, pero es importante que sepamos que los movimientos que se realizan en la Yumbada vienen de atrás del tiempo, es una expresión sagrada que moviliza la energía interior y se expande como los círculos que se producen cuando se lanza una piedrita sobre la quietud de un ojo de agua.

Danzamos justo cuando en el firmamento aparecen, en posición alineada con las señales de nuestra Tierra, las constelaciones que miraron nuestros antepasados (serpentario -en julio- y ofiuco -entre abril y octubre-) y es un anuncio de que es momento de celebrar la vida.

La Yumbada es el mito de la creación de la vida “en acción”. Bailamos en círculo, serpenteamos, en zigzag, en línea recta, nos entrecruzamos, en un acto de procreación simbólica con la que ganamos voluntad.

Cuando se produce la danza abrimos canales armónicos (y sucede con fuerza dependiendo del trabajo de crecimiento personal del danzante): en nosotros bailan los cerros, los elementales de las plantas, nuestros ancestros regresan y se incorporan a la fiesta, se produce un encuentro, por ello es tiempo de volver a poner “intención”. Danzamos para saber que estamos vivos, para reencontrarnos con las familias. Cantamos para transmitir mensajes de vida.

Seguimos danzando en medio de la ciudad y el asfalto para que sepan quiénes fuimos y cuál es nuestra cosmovisión. Danzamos para vernos alegres. Danzamos por salud y “porque nos olvidamos de todos los problemas”. Danzando sacralizamos nuestra vida cotidiana. Danzamos porque queremos que nuestro relato prevalezca. Danzando es como contamos nuestra historia.

Hoy tenemos la tarea de repensar nuestra relación con el bioverso, de repensar las relaciones con quienes convivimos, repensar lo comunitario y lo intercultural como “una forma de alcanzar la equidad y el respeto mutuo”. Aquí estamos, en las periferias, en la ruralidad, en la ciudad; latiendo estamos, abriendo nuestro corazón; aquí estamos danzando para nosotros, para todos, para celebrar la vida; aquí estamos unos cuantos, atreviéndonos a ser “nosotros mismos”.

Confluencia Yumbo

Este es un espacio que tiene como objetivo compartir información sobre las yumbadas Quito. Abrimos las puertas de esta plataforma a las yumbadas que se encuentran en un esfuerzo por resistir y permanecer.

“Confluencia es un concepto que refiere al acto de confluir: concurrir, converger, juntarse. El término suele utilizarse en el ámbito de la hidrología para denominar al sitio donde se unen dos o más corrientes de agua. La confluencia, por lo tanto, es el lugar donde las aguas se juntan”.

Para nuestro Colectivo cada Yumbada de Quito es como un río que nace en las altas montañas, tiene sus fases de crecimiento, es una analogía con las etapas de vida de una persona. Al principio es como un niño que habita en los colchones de agua de los páramos, baja por entre los cerros y se convierte en un riachuelo, más tarde se vuelve un joven río, es el momento de la confluencia, los ríos bajan de otros cerros y páramos y se juntan en uno solo, rompen los obstáculos, a veces uno se empoza, pero con la fuerza de los otros se limpia, sana, se vuelve transparente. Finalmente llega como un gran río sabio al mar, retorna a la fuente, se hace uno sólo con el todo.

Estamos construyendo la confluencia e invitamos a las yumbadas a sumarse para conformar un rio con intenciones y el propósito de sanar la comunidad, la tierra y nosotros mismos.

Yumbadas del Norte de Quito

Yumbadas del Valle de Tumbaco y Los Chillos

Yumbadas del Sur de Quito

Publicaciones

Fotolibros

Premios y condecoraciones

PREMIO QUITU CARA 2023 A LA YUMBADA DE RUMICUCHO

En el 2023 la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Quito retomó, después de 10 años, el PREMIO QUITU CARA que se otorga como reconocimiento a las “iniciativas, proyectos, programas y emprendimientos ejecutados en las parroquias rurales que sobresalen por su dedicación a la conservación del patrimonio intangible de la ciudad”.

Las particularidades que las organizaciones participantes debían tener para ser acreedoras a esta premiación fueron:

  • Organización social y el fortalecimiento de la identidad comunitaria, es decir la cohesión social

  • Transmisión intergeneracional

  • Diálogo intercultural

  • Prácticas de equidad y respeto

  • Protección del medio ambiente

  • Sentido social y cultural

A la convocatoria 2023 se presentaron 27 postulaciones de 16 parroquias rurales, pertenecientes a seis zonales, de representantes de organizaciones, comunidades, colectivos y agrupaciones, de entre las cuales la Yumbada de Rumicucho obtuvo el puntaje más alto.

Tomado de:

Quito informa 09-09-2023

Quito informa 09-12-2023

CONDECORACIÓN POR PARTE DE LA PREFECTURA A LAS YUMBADAS

Este 26 de junio del 2024, la Prefectura de Pichincha desarrolló la Sesión Solemne Conmemorativa por el Bicentenario de la Creación de la Provincia. Evento que marca dos siglos desde aquel histórico 25 de junio de 1824.

El encuentro fue presidido por la Prefecta Paola Pabón y el Vice prefecto Alexandro Tonello, quienes compartieron con los consejeros Provinciales, autoridades locales, nacionales e internacionales, colectivos, gremios y comunidad.

Esta celebración se enfocó por los 200 años de luchas libertarias, por los derechos humanos, de las mujeres y población GLBTI, de los pueblos indígenas y afroecuatorianos, de la naturaleza, culturales, la soberanía económica, la historia y la memoria.

En este contexto, se entregaron condecoraciones a las organizaciones que han contribuido significativamente al desarrollo de Pichincha, el país y la región, entre otras, a las 13 Yumbadas que son parte de la provincia.

Tomado de:

Pichincha al día 26-06-2024